El Duelo

La herramienta más poderosa para integrar una experiencia emocionalmente intensa que provoca sufrimiento, sacarle el mejor partido y reducir el tiempo de la “ventana de la transfiguración” (ver el artículo de la Noche Oscura), es el Duelo.

Realizar un Duelo tiene sus fases, hay que transitarlas, es como el sistema de botas jerezanas para crear un buen Fino. Pasas de bota en bota y vas sacando aromas y matices de cada una. Te da cuerpo, creces, maduras y puede convertirte en un producto exquisito.

En el Duelo transitamos por la negación, por la racionalización, la rabia, el miedo, la tristeza, la aceptación emocional, el perdón, la gratitud y los nuevos apegos. No hay una fase más importante, no hay un orden sistemático, cada persona y cada Duelo son especiales.

Un Duelo se puede hacer de cualquier “relación”, una persona (esté viva o haya fallecido), de una casa, de un país, de una mascota, de una profesión, de una relación, de una adicción, de una comida, … De cualquier “Objeto” significativo en nuestra vida que nos bloquea en nuestra evolución como persona, en nuestro camino hacia el Ser.

¿Por qué no hacemos Duelos? Porque nos da Miedo. Hacer un Duelo significa renunciar a todo lo bueno de una relación y no estamos dispuestos a ello. Hasta la relación más “nefasta” nos proporciona algún beneficio. El Ego con voz “dulce” nos arrulla, ya has sufrido bastante, ¿Vas a seguir revolcándote en ello? Olvídate, el tiempo lo cura todo. Lo primero es que el Ego nos miente y va a usar esa situación para aumentar su Poder. Y es cierto, el tiempo lo cura todo o no… Más bien suele descomponerlo primero y eso da un olor a podredumbre que nos acompaña, y que por mucho que nos “perfumemos”, nuestro Ser lo huele. Podemos combinar tiempo, distracciones y amnesia más o menos forzada y huir hacia adelante y seguir alimentando al Ego. La gente nos puede llegar a decir, que bien hueles, pero normalmente es porque ellos y ellas están atufados con su aroma.

Y llega un día en que no nos reconocemos y dimitimos. “La Vida es así y Yo no puedo cambiar a estas alturas de mi Vida”. ¡Touché! Jaque mate del Ego.

¿Por qué hacer un Duelo?

Porque nos lo MERECEMOS. El Duelo duele, pero el sufrimiento mata.

En un buen Duelo nos Liberamos.

En un buen Duelo quitamos el sufrimiento de ese “Objeto” y queda una cicatriz, que nos recordará siempre nuestra bravura.

En un buen Duelo redescubrimos nuestra faceta más humana, nos permitimos SER lo que SOMOS y accedemos a los niveles más altos de consciencia representados por el Respeto a las Emociones, la Aceptación, el Perdón y la Gratitud.

En un buen Duelo sanamos nuestro Cuerpo.

En un buen Duelo liberamos toda nuestra Energía para poder generar nuevos Apegos y, si lo decidiéramos así, crear una nueva relación totalmente distinta con el Objeto del que nos despedimos.

¿Sabéis por qué estoy hablando del Duelo? Porque estoy haciendo uno, el de mi antiguo trabajo. Este trabajo, la gente con la que he compartido tanto y Yo, nos merecemos una fragancia sutil y delicada.

En el trabajo de Counselling también acompañamos a las personas a transitar sus Duelos y vemos como una planta marchita se transforma en… lo que esa persona quiera desde el Corazón.

Y es precioso lo que hay en la Esencia de Todos y Todas.

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2 comentarios

  1. Gracias por tus reflexiones, pensamos que el duelo se hace de forma natural y que efectivamente, el tiempo sin más lo cura todo. Trabajemos en ello.

    1. Lo importante es tomar conciencia. Hay personas que tienen más facilidad para realizar el Duelo de forma natural y casi sin darse cuenta transitan por esta experiencia. La clave es mirar al objeto de duelo y poder sentir tranquilidad y paz. Gracias Eloísa por tu comentario.

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