¿La Vida es contra intuitiva?
¿Alguna vez has sentido que hay que esforzarse mucho para lograr las cosas?
¿Alguna vez has sentido que una situación es insuperable?
¿Sientes que nunca estás completo?
¿Siempre hay un “pero” en tu Vida?
¿Los momentos de felicidad plena son cortos y te aferras con uñas y dientes a ellos?
¿Te sientes vacía?
¿Tienes miedo a que te abandonen?
¿Ves a gente con mala suerte?
¿Ves muchas injusticias a tu alrededor?
¿Te has preguntado por qué muchas cosas que te gustan no son sanas, son prohibidas, están mal vistas…?
¿Te incomoda pensar en la muerte? ¿te horroriza pensar en tu muerte? ¿te da pánico pensar en la muerte de los que más quieres?
Podría hacer cientos de preguntas parecidas. A lo mejor, ¿no es tan buen plan vivir…? ¿Realmente vivir es una lucha titánica para ganarnos el derecho de…de qué? ¿De vivir? Pero si ya estamos vivos…
¿No tienes la sensación de que todo está hecho muy enrevesado? ¿Y si la Vida estuviera mal diseñada…?, ¿no podría ser más sencilla?
Todas estas preguntas parten de un lugar, nuestra Mente. Y si somos honestos, nos daremos cuenta que intentamos obviar la mayoría de ellas porque la Vida se haría insufrible, invivible, lo que viene siendo un valle de lágrimas. Por eso, hemos construido una autopista de objetivos externos, así no tenemos tiempo de mirar dentro.
Nunca podremos responder esas preguntas desde la Mente, porque es precisamente ella la que las ve como un problema. El problema nunca se resuelve a sí mismo.
La Vida se ha convertido en una secuencia de juicios emitidos a partir de unos preceptos muy simples:
- ¿Me da placer o dolor?
- ¿Me conviene o me perjudica?
- ¿Es bueno o malo para mí?
- ¿Es bueno o malo para la gente que me importa?
- ¿Gano algo o pierdo algo?
¿Y de dónde vienen esos juicios? De nuestras interpretaciones mentales.
¿Somos responsables de nuestra Mente? ¿Y si no somos nosotros, quién es responsable?
Es fascinante admitir la ignorancia que tenemos alrededor de la Vida y la facilidad con la que nos deslizamos hacia no hacernos responsables de lo que sentimos. Siempre hay una causa externa o una auto condena (la versión masoquista de una causa externa). Ambas alternativas nos la da la Mente.
¿Te has dado cuenta el acto de soberbia que es pensar que somos lo que pensamos con nuestra minúscula Mente frente a un universo infinito?
Y la Mente nos dice, “¡a algo te tendrás que agarrar! Yo si quieres me callo, pero pobrecita persona como te quedes sin mi consejo, porque al menos yo me preocupo por ti. Lo haré mejor o peor, pero no tienes alternativa. La otra opción que te queda es que otra persona piense por ti…vaya futuro negro que te espera…”
No podemos pasar por alto el portazo que supone “no tienes alternativa”. Cuando te crees esto has muerto. Te lo digo en serio, se ha acabado tu Vida. Adiós, au revoir, game over.
La buena noticia es que el proceso es reversible. Lo más cercano que tenemos para inspirarnos no son los gurús, ni los iluminados, ni los despiertos, son los niños y las niñas y cuanto más bebé mejor. ¿Les ves preocupados porque no piensen? Están entregados a la experiencia de SER. Aquí se podría acabar el artículo. Se entregan a la Vida cada segundo, se descubren a sí mismos en la experiencia.
Las personas adultas hemos cedido al chantaje del Miedo, hemos claudicado a nuestra Mente y etiquetamos cada segundo lo que ocurre en base a nuestras experiencias pasadas. A continuación, proyectamos esos juicios en nuestro futuro. Estamos muertas porque vivimos en el pasado, un tiempo que simplemente no existe.
La Vida Infinita no puede ser contra intuitiva, no puede estar equivocada, nuestra Mente es la distorsionada, se alza como la portavoz del Miedo.
Perseguimos una felicidad que hemos identificado con experiencias concretas en el espacio y en el tiempo. Pero hay un problema, eso no es felicidad, porque la felicidad es eterna. Lo que perseguimos es bienestar corporal y mental. El “Premio Gordo” que nos ofrece la Mente. En el Ser es inconcebible conformarse con eso.
A veces, me parece obsceno que escriba sobre algo tan Grande como la Vida siendo un esclavo de mi Mente. Noto un volcán debajo, es todo lo que puedo decir, el SER que todos tenemos dentro y que explotará en algún momento. ¿Cuándo? Mi Mente no lo puede saber.
