Mi Noche Oscura del Alma (Parte 2 y Final)

¿Quién era ese Niño que no se despegaba, que decía llamarse Jorge y que se parecía a mí? Puede parecer evidente, pero en una Noche Oscura estás acostumbrado a desconfiar. ¿Sería una nueva trampa del Ego? Por el momento, me agarraba la mano tan fuerte que, fuera quien fuera, parecía difícil deshacerse de él. ¿Era yo? ¿Cómo había llegado hasta aquí? ¿Existe la máquina del tiempo? Descubrí que todo ocurre Aquí y Ahora, que el Pasado y el Futuro son una entelequia mental y que están sucediendo ahora mismo. Lógicamente, esto sobrepasaba mi discernimiento racional, y mi Ego se asomaba por encima del hombro como un francotirador. Me recordaba mi Vacío y, que esa basura de la Metafísica lo único que hacía era retrasarme para salir de la Noche Oscura. Como buen soldado, seguí la consigna del General Ego, si quería disfrutar de la Vida tenía que salir pronto de allí, el tiempo es limitado. Años atrás veía pasar el tiempo, ahora veía pasar el tiempo, pero también escuchaba las manecillas y eso acrecentaba mi sufrimiento.

¿Dónde iba Yo perdido y con un Niño? Estaba entorpeciendo mi marcha, sus cortos pasos, su cansancio, sus preguntas, … Muchas noches pensé en abandonarlo, al menos que sobreviviera uno… Si no podía hacerme cargo de mí, ¿cómo hacerlo también de él? En esa época fue muy importante para mí tener un espejo, me miraba y me veía consumido, pero si mantenía mucho tiempo la mirada, le veía a él. Ahora sabía que formaba parte de mí, que no quería abandonarlo.

Con renovados bríos, y la primavera en nuestros corazones, caminamos decididos sin saber hacia dónde íbamos. Había aprendido mucho durante esta Noche Oscura, sabía dónde encontrar agua, a buscar refugio en la tormenta de arena y a masticar la arena en mi boca sin atragantarme.

La Vida te vuelve a poner situaciones parecidas, y cuando te ves saltando a las arenas movedizas como lo has hecho siempre, ocurre el “efecto Matrix”, te ves en el aire a cámara lenta y mascullando “cómo es posible que la hayas cagado de nuevo, ¿eso es todo lo que has aprendido?” El Coyote del Correcaminos estaría orgulloso de mí, tengo su misma voluntad inquebrantable, ahora sólo me queda romper el patrón mental de “nunca lo conseguiré, no valgo lo suficiente”.

Cuando caes en estas deslizantes arenas piensas, pues ya está, hasta aquí llegamos…, hice lo que pude… y te quieres dejar hundir. Y entonces ves los ojos de ese Niño mirándote, esperando tu mejor versión. Y ocurre el Milagro, consigues salir y piensas, “por los pelos, otra cómo esta no lo aguanto”. ¿Existen los Milagros en una noche oscura? ¡Pues claro! Estamos rodeados de ellos, pero los Milagros sólo se ven si albergas alegría, y en la obra teatral de la Noche Oscura, no hay papel disponible para ella.

¿Para qué tanto sufrimiento? ¿Para qué tanta percepción que me hace sufrir? ¿A qué ocultas lealtades rindo pleitesía? Miro al Niño, es un libro abierto, me lo dice todo.

La noche oscura es la UCI del hospital del Alma, no te gusta estar allí, la comida vital tiene poco sabor y se permiten pocas visitas. Cuando tienes heridas, si no las limpias y curas, se acaban infectando. Después de la Noche Oscura las heridas cicatrizan y las cicatrices no duelen, pueden molestar cuando el tiempo cambia… te recuerdan el camino recorrido y muestran a los que quieren mirártelas, que las has vivido y que lo has superado.

Dicen los Maestros que después de la Noche Oscura del Alma viene la de Espíritu, que hay que seguir “limpiando”, quitando capas para llegar al Ser. Pero ahora sé, que no sólo tengo los sentidos físicos para percibir. Ahora tengo un sónar adicional, las emociones que reconstruyen una realidad que no se percibe con los sentidos, tengo intuición que me conecta con las respuestas. Cuando tenemos la capacidad de hacernos una pregunta, está implícita la capacidad para saber la respuesta. Cuando no buscamos el Cómo hacerlo y el Por Qué, sino el Desde Dónde lo hago y el Para Qué, es todo mucho más sencillo y menos cansado.

La larga condena de noche oscura me enseño la “ventana de la transfiguración”. Desde que mi Ego juzga algo como inaceptable hasta que se transforma en beneficioso, transcurre una ventana de tiempo, que se alarga lo que queramos nosotros. La duración de esta ventana es directamente proporcional al Perdón. El Perdón es el acto más íntimo que he experimentado, nunca se perdona algo o alguien, nos perdonamos a nosotros. El perdón no tiene atisbo de Culpa, desde la Culpa nunca te perdonarás. Como todo en la Vida comienza desde una Decisión.

Cuando empiezas a ventilar la casa a través de estás ventanas, la luz empieza a inundar la noche oscura. Y descubres que nunca hubo oscuridad, lo que hubo fue falta de luz. La intensidad nos asusta, la luz cuanto más clara es, más ciega y oscurece la pupila de la lechuza, así oscurecía esa luz mi intelecto. Y ahí vienen las Emociones a rescatarme, ellas son también intensas, ellas me empujan a decidirme, ¿realmente quiero salir de la noche oscura? Es mi Decisión.

Lo que sé seguro, es que ese Niño no volverá a caminar solo. Ese precioso Niño no fue rescatado por mí, Yo fui rescatado por él y él me enseñó el Agradecimiento, el Perdón y lo que es el Amor, la única Luz. La única energía que lo sostiene todo, la única Verdad Universal y lo que hace que nuestros corazones sigan latiendo.

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2 comentarios

  1. Me identifico contigo, tus palabras nacidas desde tu corazón, han atrapado al mío.
    Cuanta realidad. La noche oscura del alma, es la parada obligada en el camino a nuestro crecimiento y transformación personal.
    Gracias, gracias ❤️🙏. Nos amo.

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