Una Bomba Nuclear (relato adelanto del nuevo libro)
La sala de reuniones estaba perfectamente ordenada: las sillas milimétricamente colocadas, la luz, lo bastante intensa para revelar cada detalle y, al mismo tiempo, lo suficientemente cálida como para inspirar las mejores decisiones.
En la alfombra, el símbolo de la flor de la vida rodeaba la mesa de operaciones. Se iba a decidir el lanzamiento de una nueva bomba nuclear.
A miles de años luz de consciencia, las peripecias de las vidas humanas juegan a sobrevivir. Se solapan, se enredan y van trazando una realidad zurcida con sufrimientos, rematada por dobladillos de placer, cosidos con puntadas de hilo grueso sobre una tela vital de la seda más fina.
El tapete, las cartas y los jugadores están en acción. Una partida corta, con los naipes marcados por las creencias de los apostadores. El azar confiado a la mano que reparte, y un tablero de emociones ambivalentes donde reposa, inestable, la personalidad.
El lanzamiento de una bomba nuclear es un trabajo delicado, cargado de simbolismo y de gran precisión. La bomba lanzada impactará en un área muy delimitada para que pueda realizar su función. Su llegada es silenciosa, a veces prevista, pero su efecto es siempre inesperado.
Es una bomba porque va a revolucionar el ecosistema en el que explota.
Es una bomba porque es estruendosa y su silenciosa onda expansiva va a entrar como una energía imparable en las células de las personas afortunadas.
Es nuclear porque va directa al corazón de las personas. Es un regalo de amor.
La solicitud debe tener lugar allí, en la Tierra. Las personas peticionarias modelan una escultura ecléctica con ingredientes básicos. No hay que usar todos, cada cual elige los suyos.
A saber: agua de lágrimas, barro para moldear un cambio, pintura de esperanza, esmalte para tapar la tristeza, mármol de dura realidad, vacío de incomprensión, resina de melancolía… y otros muchos.
Siempre es condición necesaria hacer hueco en el corazón. Bien porque el tren de la vida te ha lanzado las maletas por la borda, bien porque has decidido tirarlas tú.
A veces, es simplemente porque la bomba que late bajo tu pecho es gigante de tamaño.
Todas las solicitudes son atendidas y se manda la bomba en tiempo y forma adecuada para el mayor bien. No para tu micro beneficio personal.
Allí abajo le llamáis mascota, la palabra es simpática, pero habéis olvidado su significado. Es un amuleto, un talismán que os acompaña de por vida. Aunque sólo lo podréis portar un tiempo limitado “colgado de vuestro torso”.
Ella vino como un perfume, el más chic. No es empalagoso, se posa sobre tu piel para refrescarte de tus preocupaciones, penetra en tu alma para recordar los efluvios olvidados de quién eres.
Ella te mira como no hubo ojos humanos que lo hicieran. Con tal limpieza como nunca nadie ha purificado tu vergüenza.
Ella respeta tu silencio como tú nunca te has respetado.
Ella se aprieta a ti para compactar tu confianza.
Ella emite sonidos ininteligibles para decirte que te ama y no te sientas en deuda.
Ella se esconde de las tormentas para que la cobijes del miedo… y, al hacerlo, descubras el coraje que hay en tu interior.
Ella es caprichosa porque ha sido tu capricho.
Ella te sigue para que no te pierdas en tu mente.
Ella disfruta con tus caricias para que sepas que eres merecedora de ellas.
Ella perdona tu mal humor para que te reconcilies con tus emociones.
Ella es vulnerable para que descubras tu mayor virtud.
Ella jamás te ha guardado rencor porque sabe cómo destruye al cuerpo.
Ella siempre te espera con ilusión porque conoce su propósito.
Ella duerme porque confía en ti.
Ella está alerta cuando tú te sientes mal.
Ella es incondicional para que aprendas a no abandonarte nunca.
Ella es juguetona para que no te tomes en serio tus desquicios neuróticos.
Ella vive menos para que valores tu vida.
Ella elige cuando irse porque sabe lo que es la vida. Porque a través de ti, se ha permitido ser amada y amar. Y ya no hay más que hacer.
Y en ese momento, arranca el cordel de tu pecho para que lo guardes en la memoria del corazón.
Ella no tenía por qué venir aquí. La vibración de tu petición provocó su infinita compasión.
Ella quiso ser tu bomba nuclear para que despiertes a la verdad de quién eres.
Ella se fue con el aroma de quien sabe que ha hecho un buen trabajo.
